Dentro de la serie de artículos dedicados a descubrir la técnica de la acuariofilia marina vamos a tratar en éste de diferenciar la salinidad y la densidad, elementos que suelen ser confundidos por muchos y que como vamos a poder descubrir no son la misma cosa. Además vamos a ver con detenimiento que parámetros afectan a la densidad y como afectan estas variaciones a los organismos que albergamos en nuestro acuario.
Cuando nos referimos a la salinidad del agua estamos hablando de la proporción de materia sólida que se encuentra disuelta en ella sin tener en cuenta otros factores. Su valor se expresa en gramos por litro, miligramos por litro o partes por millón (ppm). El único parámetro físico que afecta a la salinidad es la temperatura ya que cualquier aumento de la temperatura significa mayor solubilidad de las sustancias disueltas a excepción del cloruro de sodio.
Observando la salinidad de los acuarios que mantenemos podemos determinar que los acuario de agua dulce pueden presentar una salinidad hasta de 3 gr/l, los acuarios salobres hasta 15 gr/l y los acuarios marinos hasta 40 gr/l.
Sin embargo la densidad no nos señala solamente la concentración de sales sino que además nos indica otras sustancias en suspensión incluidos gases. La salinidad por tanto se puede determinar a través de la densidad sin embargo los valores obtenidos en sus mediciones están delimitados por la temperatura. Cuando el agua aumenta de temperatura ésta se vuelve menos densa y cuando se enfría aumenta su densidad. Por esta razón los instrumentos de medición de la densidad conocidos como densímetros y refractómetros están calibrados para medir la concentración de materias disueltas en la franja de temperatura para la que han sido calibrados.
A partir de la densidad se puede obte-ner fácilmente la salinidad del agua a través de una fórmula de traslación. Sal= 0,03 + 1,805 (1,1 / 1´,47 + DE / 1,47) El valor obtenido (Sal) expresa la salinidad en gramos por litro. El valor DE son las dos últimas cifras del valor obtenido de una medición de la densidad. Por ejemplo si la densidad es 1025 el valor DE sería 25. Para obtener la densidad a partir de la salinidad podemos emplear esta otra fórmula: DE = 1,47 (Sal) / 1,805 – 2,029 / 1,805 En esta fórmula es el valor de la salinidad y el valor obtenido DE expresará las dos últimas cifras de la densidad. Si el valor de la fórmula fuese 25 su densidad sería por tanto 1025. Conocidas la diferencias entre uno y otro parámetro vamos a hablar del agua de mar y del agua que podemos fabricar empleando sales sintéticas. |
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El agua de mar como es bien sabido presenta una gran cantidad de compuestos disueltos debido a su gran capacidad disolvente. La erosión que produce sobre los lechos y costas hace que poco a poco aumente su densidad. La gran capacidad como disolvente de esta agua hace que su composición sea la misma medida en un punto que en otro punto diferente. La salinidad del agua del mar es de alrededor de 35 gr/l oscilando en función de la localización geográfica. Por ello podemos encontrarnos por ejemplo en Indonesia con variaciones entre localizaciones de entre 30 y 40 gr/l mientras que en el mediterráneo los valores fluctúan entre los 36 y los 38 gr/l.
Dentro de esta agua y como hemos mencionado podemos encontrar todos los elementos de la tabla periódica disueltos en diferentes concentraciones. Algunos de ellos en concentraciones muy pequeñas. Sin embargo todos ellos juegan un papel de importancia para el desarrollo de los organismos (incluidos algas y bacterias) que las habitan aunque no de todos se haya encontrado su aplicación biológica.
Las aguas de los arrecifes de coral, que interesan particularmente al aficionado al acuario marino, presentan diferentes concentraciones salinas en función de su ubicación geográfica y a la presencia de corrientes que reparten los nutrientes y unifica temperatura. La mayor particularidad del agua de los arrecifes coralinos es su bajísima tasa de nutrientes lo que minimiza la presencia de fitoplancton y del zooplancton. Esta particularidad otorga a esta agua una gran transparencia siendo mayor la profundidad a la que la luz puede llegar. En los arrecifes el problema de la baja tasa de nutrientes se limita a través de una gran circulación de agua que cubre las necesidades de todos los organismos. Ésta es una de las razones por lo que los corales no se desarrollan en las zonas de corriente limitada.
Del anterior párrafo se deduce que las instalaciones marinas ya sean de peces exclusivamente o con invertebrados deben de recibir una constante adición de oligoelementos y nutrientes y deben estar sometidas a una corriente que beneficie el intercambio gaseoso, el reparto de estos nutrientes y ayude a la estabilización térmica. La corriente necesaria para garantizar este reparto debe situarse entre 10 y 12 veces el volumen del acuario.
De las ventajas e inconvenientes de emplear agua de mar recogida del litoral hablaremos en próximas entregas. Ahora nos vamos a centrar en el agua sintética que vamos a poder fabricar a través de añadir sales sintéticas al agua dulce.
Estas sales sintéticas marinas se pueden clasificar como de alta calidad o sales estándar en función de los elementos traza que contengan. Las de mayor calidad contienen como es lógico mayor número de los compuestos presentes en el agua marina. Además de esta particularidad otro factor si cabe de mayor importancia es la velocidad de disolución. Dependiendo de la naturaleza de los compuestos presentes en la sal y de su pureza deberemos preparar la mezcla con mayor o menor anterioridad a añadir el agua sintética al acuario. Sales que tarden en disolverse añadidas al acuario dañan los tejidos más sensibles de los animales como branquias y epidermis.
Por esta razón la mejor forma de crear agua de mar sintética es a través del empleo de las mejores sales que podamos adquirir, preparando esta con 48 horas de antelación, sometiendo a la mezcla a un fuerte aireación. De este modo el agua salada preparada se habrá convertido en agua de mar lo que repercutirá en el bienestar de nuestros animales. No conviene dejar durante mucho tiempo la mezcla en el tanque de almacenaje ya que aunque esté tapada comenzará la nitrificación provocando que introduzcamos en nuestra instalación nitritos y nitratos.
Cómo afecta la salinidad a nuestros animales acuáticos?
El agua marina tiene menor concentración de oxígeno a igual temperatura que las aguas dulces. Además el aumento de la temperatura limita la cantidad de oxígeno disuelto lo que es perjudicial para la salud del acuario. Además y recordando lo que vimos en nuestra sección sobre enfermedades sobre la capacidad osmótica de los peces éstos son sensibles a la cantidad de sales disueltas. Por esta razón los animales marinos están constantemente perdiendo agua a través de la epidermis. Esta pérdida que produce deshidratación del animal se compensa a través de la ingesta continúa de agua, la cual es liberada de las sales y otros compuestos como los nitrogenados por las branquias y los intestinos del animal. Ésta actividad acarrea como es lógico un gran nivel de desgaste. Este desgaste será menor cuanto menor sea el nivel de salinidad.
Bajar la densidad en un acuario marino a niveles de 1020 no es dañino para los peces. Cómo hemos visto esta acción les somete a menor gasto de energía. Sin embargo si el acuario mantiene invertebrados el nivel mínimo a mantener es de 1023. Las variaciones de salinidad bruscas producen graves daños a los organismos sobre todo a las algas y entre otras a las zooxantelas de muchos pólipos y corales ya que se destruyen las células. De ahí que los invertebrados y macro algas deban aclimatarse antes de ser introducidos al acuario para compensar las diferencias de salinidad poco a poco. Los peces tienen sin embargo una mayor capacidad de tolerancia que alcanza la unidad de variación.
Por estos daños producidos por las variaciones bruscas en la densidad es por lo que se debe reponer periódicamente, si es por goteo mejor, el agua evaporada. Visto todo lo anterior podemos concluir diciendo que es mejor un agua con una densidad desviada pero estable que cambios bruscos en sus niveles.