Las gorgonias deben su nombre común a la sustancia que forma su esqueleto junto a éspiculas de calcita denominada Gorgonin. Estos esqueletos de forma arbórea de múltiples ramas alojan a los pequeños pólipos que forman la colonia. No existe un patrón único de mantenimiento en acuario ya que dependiendo de su especie las necesidades de alimentación, corriente e iluminación varían. Continuar leyendo «Gorgonias. Requisitos básicos de mantenimiento»
Corales joya – Goniopora y Alveopora
Se encuadran dentro de la denominación de coral joya las especies comprendidas en los géneros Goniopora y Alveopora clasificados junto a los corales Porites dentro del mismo grupo. Continuar leyendo «Corales joya – Goniopora y Alveopora»
Clasificación genérica de los corales blandos
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Géneros y especies más comunes de coral duro
Se conoce vulgarmente como corales duros a todos aquellos corales que forman los arrecifes con sus esqueletos calcáreos cuando fallecen. Nuevas colonias comienzan entonces a expandirse sobre estos restos formando verdaderos ecosistemas para múltiples tipos de fauna. Los corales blandos sin embargo están formados por un esqueleto de espículas de carbonato cálcido que se desintegran al morir no pasando a formar parte del arrecife. Continuar leyendo «Géneros y especies más comunes de coral duro»
Macrodactyla doreensis – Quoy & Gaimard, 1833
La Macrodactyla doreensis es una anémona que puede alcanzar en cautividad un diámetro de 50 cm. Es una especie que necesita enterrarse para esconder su cuerpo de posibles predadores. En acuario se adhiere empleando el disco basal al cristal una vez se entierra en el sustrato. Por esta razón debemos instalar un generoso sustrato de entre 5 y 10 cm. El cuerpo de la Macrodactyla es pardusco jalonado de grandes protuberancias de color blanco. El disco oral una vez enterrado el animal se muestra a ras del sustrato. Cuando el animal es molestado o se mantiene en malas condiciones se contrae sobre si mismo logrando enterrarse casi al completo. Continuar leyendo «Macrodactyla doreensis – Quoy & Gaimard, 1833»