Son muchos los amigos de Aquanovel que nos han hecho llegar su preocupación por el alarmante deterioro de sus animales marinos. En casi todos los casos estos aficionados provienen de la acuariofilia de agua dulce y a pesar de mantener aparentemente todos los parámetros implicados de forma correcta se producen decesos de forma continuada en sus acuarios. A través de las siguientes reflexiones vamos a tratar de ayudar a todo aquel aficionado que se encuentre en esta situación.
Por norma general la aparición de la enfermedad en nuestros acuarios requiere de que se produzca de forma combinada una situación de estrés (temperatura o Ph incorrecto por ejemplo) y un agente patógeno (un parásito o una bacteria entre otros muchos).
Todas las especies ya sean marinas o de agua dulce tienen un grado de tolerancia a la variación de las condiciones. Es lo que se conoce como capacidad de adaptación o nivel de estrés soportable. La superación de estas situaciones supone un gasto de energía en los animales lo que repercute directamente en el nivel de defensas presentes para combatir un posible ataque por parte de un agente infeccioso o un parásito.
En toda instalación aparentemente sana y sin animales enfermos podemos encontrar diferentes organismos, como hongos, bacterias o virus incluso en los propios órganos de los peces, a la espera de que se produzcan las condiciones adecuadas para proliferar siempre a costa de un huésped. Por esta razón y a pesar de la capacidad de adaptación de los animales cuando la alteración de las condiciones se presenta de forma prolongada los recursos del individuo pueden verse superados dando lugar a una infección o a una enfermedad.
Numerosos estudios han demostrado que el sistema inmunitario de los peces se encuentra directamente relacionado con el sistema hormonal. Cualquier gasto de este sistema repercute deficitariamente en el otro.
Son muchas y variadas las causas que pueden obligar al animal a gastar sus energías para compensar las alteraciones del medio. Como ya hemos comentado una temperatura inadecuada, una salinidad desviada, la superpoblación del acuario, poco espacio, alimentación inadecuada o exceso de compuestos amoniacales son alteraciones que provocan una aclimatación obligatoria de los animales.
En su hábitat natural un pez que encuentra unas aguas con una temperatura inadecuada puede trasladarse a una zona más adecuada. Como resulta obvio esto no es posible en un acuario. Este gasto de recursos con bajada de defensas incluida podría explicar enfermedades tan complejas de determinar su causa como la erosión de la línea lateral o de la cabeza con especial incidencia en especies de las familias de los Pomacántidos (peces ángel) y de los Acantúridos (peces cirujano). Esta dolencia de la que se desconoce la causa que la provoca es superada en ocasiones únicamente con el ofrecimiento de una dieta más rica y variada o con la mejora de las condiciones de mantenimiento. Todo aficionado al acuario marino se encuentra antes o después con la dificultad de tener que adaptar a un espécimen al alimento en cautividad. Este problema puede terminar incluso con el fallecimiento del animal o en serios problemas relacionados con la desnutrición o carencias de determinados compuestos esenciales como las vitaminas. |
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Por ello y antes de adquirir un animal debemos informarnos de las necesidades del animal y reflexionar sobre la capacidad personal para satisfacer esas necesidades. Si el resultado de esta reflexión es negativo conviene decantarnos por una especie diferente.
El reparto del alimento también es de suma importancia para el mantenimiento de nuestros peces en las mejores condiciones. La cantidad de comida a ofrecer la obtendremos de la experiencia. Ante la duda es mejor ofrecer pequeñas cantidades pero en mayor número de veces al día. Todo alimento no consumido pasa rápidamente al ciclo del nitrógeno por acción de las bacterias comprometiendo las condiciones del acuario.
Otro factor importante que empuja al fracaso inicial a todo aficionado recién llegado al acuario marino es la determinación de número de peces que podemos mantener en una instalación determinada. Aunque no lo parezca éste es un factor de gran importancia responsable de la aparición de muchas situaciones de estrés y por tanto de bajadas de defensas. El agua salada admite menor cantidad de biomasa por litro que los acuarios de agua dulce. Por ello es importante informarnos antes de adquirir nuestros ejemplares o solicitar asesoramiento profesional.
La medicación: El gran dilema del acuario marino
Una vez presentado el problema es muy difícil de resolver en cualquier instalación marina. El principal inconveniente es la presencia de cualquier invertebrado sésil o móvil con alta intolerancia a cualquier compuesto químico aparentemente inocuo para los peces. Especialmente sensibles se muestran a tratamientos basados en sultfato de cobre que supondrán la muerte segura de estas especies incluso en acuarios anteriormente tratados a su introducción. Junto a esta dificultad nos encontramos ante la práctica imposibilidad de poder coger a ningún pez en un acuario marino instalado. Siendo en estos casos, aunque engorroso, más práctico el desmontaje completo de la instalación.
Actualmente existen en el mercado medicamentos y tratamientos con mayor tolerancia para los invertebrados. Sin embargo sigue siendo más recomendable el tratamiento individualizado del animal afectado en una instalación o acuario enfermería destinado a tal efecto. Por todo ello, en el acuario marino debe primar la prevención por encima del tratamiento.En estos casos se puede asegurar que contar con una pequeña instalación destinada a la enfermería y a la cuarentena de peces recién adquiridos se torna imprescindible. La explicación de su necesidad es tan sencilla como recordar que el espécimen recién adquirido aunque externamente presente un excelente estado ha sufrido un desgaste de defensas siendo proclive por tanto a desarrollar infecciones tan comunes como el punto blanco marino aunque los animales antiguos nunca lo hayan padecido.
Otro factor de riesgo al que están sometidos los peces marinos es a cualquier alteración del medio acuático. El cual les es más perjudicial que a los peces de agua dulce. Ya hemos tratado en otros artículos publicados en la web la importancia del acondicionamiento de los nuevos peces debido sobre todo a la osmoregulación. De todas formas conviene insistir en el hecho de que cualquier variedad en el medio puede tener consecuencias nefastas para nuestros animales al ser mucho más sensibles. Un Ph por ejemplo erróneo es menos dañino que el tratar de corregir ese Ph añadiendo una solución tamponadora que corrija los niveles en poco tiempo. Causará por tanto mayor nivel de mortandad la corrección que el parámetro erróneo en si.
Finalizaremos este breve escrito hablando de dos técnicas que son beneficiosas como preventivo ante la aparición de la enfermedad pero de escasa efectividad ante parásitos y gérmenes incrustados en los cuerpos de los peces. Nos referimos al Ozono y a las lámparas germicidas. Su uso es muy beneficioso para el control de los microorganismos presentes en el agua. Un uso en exceso puede crear problemas de bajada de defensas frente a un potencial ataque pero en general están recomendados como preventivo. Tratamientos o baños con sulfato de cobre o similares también son muy eficaces en el tratamiento preventivo de peces recién adquiridos.