Ozono: Sistema de desinfección para el acuario marino y de agua dulce.

Dentro del acuario se desarrolla la vida de una forma muy particular. Debido a su sistema cerrado y a una gran cantidad de biomasa los procesos biológicos y micro-biológicos se desarrollan a una gran velocidad.

Dentro de la vida microscópica que se desarrolla en nuestro acuario podemos diferenciar entre organismos necesarios y totalmente imprescindibles para el mantenimiento del correcto estado del agua como son las bacterias encargadas del ciclo del nitrógeno, organismos inocuos como determinadas especies de estreptococos y otros potencialmente peligrosos, infecciosos o parasitarios, siempre presentes en el acuario y que se muestran con virulencia cuando las defensas de los animales no son capaces de controlarlos. Además de a nuestros animales estos organismos dañinos pueden también hacer enfermar a nuestro acuario en general por la presencia de diversas plagas como diferentes tipos de algas y la extinción de algunos organismos por el desarrollo incontrolado de otros.

Para ayudar a controlar la proliferación de estos micro organismos dañinos un acuariófilo debe estar atento a la alimentación ofrecida a sus animales con el fin de potenciar sus defensas naturales, al mantenimiento de los parámetros acuáticos adecuados para limitar las situaciones de estrés y del equipamiento adecuado a la cantidad de animales que mantengamos. Sin embargo y a pesar de todos nuestros esfuerzos siempre van a aparecer situaciones que pueden volverse incontrolables y en las que puede ser necesario recurrir a sistemas de desinfección reduciendo al mínimo las posibilidades de expansión de estos agentes patógenos.

En un artículo anterior veíamos los sistemas germicidas y bactericidas que basaban su funcionamiento en lámparas UV. En este caso vamos a tratar la desinfección por empleo de ozono que junto a los medicamentos forman las tres únicas vías de tratamiento eficaz para el control de los elementos patógenos.

El Ozono (O3) es una variedad del oxígeno compuesto por tres átomos de O2 formando una estructura no muy estable. Presente en el agua muestra una coloración azul intenso. Se puede lograr de varios modos, ya sea por electrolisis del agua, reacción fotoquímica del oxígeno y por descarga eléctrica con el oxígeno. El más empleado no obstante es el producido por descarga ya que genera mayor cantidad de oxígeno por Kw consumido.

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El principal elemento reductor de la capacidad generadora de ozono es la temperatura del aire. Temperaturas superiores a 36º C en la entrada del ozonizador reduce su producción de ozono hasta en un 90%.

El ozono tiene hasta 3.500 veces más poder oxidativo que el oxígeno y posee un potencial oxidativo superior a casi todos los compuestos oxidantes y por supuesto los reductores. Esto hace del ozono un efectivo tratamiento contra vertidos líquidos, decoloración y tratamientos de agua en general.

El ozono y el espumador de proteínas

El mejor medio de difusión de ozono en el acuario marino es a través del espumador de proteínas o skimmer. Su aplicación aumenta el rendimiento de los espumadores al general mayor cantidad de burbujas de menor tamaño y aumenta el potencial Redox del agua. Debido a esta particularidad debemos tener la precaución de controlar su dosificación mediante controladores electrónicos para que su aplicación esté permanentemente controlada en cotas seguras. De cualquier otro modo resulta imposible garantizar la estabilidad del potencial Redox trabajando con biomasas elevadas.

El nivel máximo de ozono inyectado al acuario debe situarse entorno a los 10 mg/litro para cada 100 litros de agua en caso de aplicaciones marinas y de 5 mg/litro en agua dulce. Esta proporción junto a una filtración con carbón activo posterior no debería ser perjudicial para la vida del acuario. Además de esta precaución se deberá tener en cuenta la de no añadir cobre al acuario mientras se emplee ozono ya que sus características pueden convertirlo en tóxico para todos los peces.

A la hora de comenzar a utilizar un productor de ozono se debe tener en cuenta la precaución de iniciar su dosificación pausada, es decir; aumentarla paulatinamente a lo largo de los primeros 14 días. De este modo logramos que la vida acuática se adapte con mayor garantía a la nueva calidad del agua.