Equipos y elementos del acuario. Capítulo 3.

En este capítulo vamos a nombrar los elementos básicos que necesitamos para mantener en óptimas condiciones un acuario de agua dulce tropical en nuestra casa.

Lo primero que debemos de saber es que los animales y plantas que vamos a mantener son en su mayoría tropicales, esto quiere decir que tienen unas necesidades de temperatura acordes a lo acostumbrado en su medio natural.

Los peces son animales de sangre fía y sus funciones vitales las tienen muy relacionadas con las condiciones del medio. Un descenso de las temperaturas equivale a un disminución en sus funciones vitales. La mayoría de especies que podemos mantener en nuestro acuario se adaptan bien a condiciones medias, esto es, ni muy frías ni muy calientes. El rango de temperaturas que normalmente vamos a tener que aplicar en este tipo de acuarios se sitúa entre los 20 y los 28º C.

El sistema regulador de los peces tiene cierto grado de poder de adaptación a los cambios del medio. Si se produce un descenso en la temperatura los sistemas internos, si es posible se adaptarán. Los aumentos de la temperatura en principio son menos dañinos que al contrario, pero afectan a la longevidad, coloración y reproducción de nuestros animales.

Unas condiciones estables de temperatura aunque estén algo equivocas es mejor que variaciones constantes. En acuariofilia se puede mantener una temperatura estable a lo largo de todo el año, tanto de día como de noche. Esto es gracias al uso de los calentadores o resistencias. Los calentadores regulan su actividad a través del termostato, que es el aparato controlador, de cuando se ha alcanzado una temperatura tope, para que deje de funcionar y viceversa.

En los comercios del ramo podemos encontrar diversos tipos de calentadores aptos para su uso en acuariofilia. El primero de ellos, que es el más conocido, sería el calentador de tubo de vidrio, con o sin termostato incluido. Dicho calentador alberga una resistencia que es la encargada de producir el calor. Existen multitud de medidas y potencias, tienen un moderado coste y su utilización es muy sencilla. Su mayor problema radica en que las paredes de vidrio del calentador se calientan en exceso. A la hora de determinar su número o potencia se mantendrá la norma de aportar de 0,5 a 1 w por litro de agua.

A la hora de utilizar este tipo de aparatos debemos tener la precaución de desconectarlo cuando trabajemos en el acuario. El tubo ha de estar siempre sumergido y suelen tener una indicación del nivel mínimo hasta donde debe llegar el agua.

Por último decir que los calentadores suelen tener un sistema de graduación que permite seleccionar la temperatura. Debemos tener en cuenta por ejemplo que un calentador con capacidad para un acuario de 200 litros instalado en uno de 100, los grados marcados en el sistema de graduación no corresponderá con la temperatura real.

El calentador más extendido y práctico es el calentador de tubo de vidrio con termostato incluido. Estos aparatos poseen una indicación lumínica que se enciende cuando el aparato está funcionando. El termostato desconecta el equipo cuando se alcanza la temperatura señalada y lo vuelve a encender cuando desciende. El grado de variación respecto de la temperatura se encuentra en torno a 1 o 2 grados. Lo que no resulta perjudicial para los animales.

Este tipo de calentador es duradero y tiene una vida útil muy larga, siempre que se tenga la precaución de no golpearlo y no tenerlo encendido fuera del agua lo que le podría hacer que explotara o se fundiera. Se debe tener siempre la precaución al realizar cambios de agua de apagarlo antes, sino al descender el nivel del agua podemos encontrarnos con que el calentador se encuentra funcionando.

Otros sistemas que podemos colocar y que son sumamente beneficiosos para las plantas, serían el calentador de fondo de cable y el calentador de fondo de placas. Dichos sistemas se instalan sobre la base de cristal del acuario anclados con silicona. Sobre ellos se distribuye el sustrato. Normalmente estos calentadores tiene poca potencia y sólo son utilizables como benéfico añadido para las plantas. También disponen de termostato regulador y presentan dos inconvenientes. El primero de ellos es que prácticamente sólo pueden ser instalados en acuarios nuevos aún sin decoración. El segundo sería que dependiendo de las especies a mantener este puede quedar al descubierto por la afición a cavar de algunos peces.

Existe un último sistema no muy recomendable de calentadores de fondo, debido a la variación importante de temperatura entre el sustrato inferior y el agua. Estos son los calentadores de fondo externos, es decir: Planchas que se colocan debajo de la base del acuario y que calientan uniformemente la base del mismo. Al igual que el resto de calentadores de fondo, es beneficioso para el desarrollo de las plantas, pero se calienta mucho exteriormente por lo que se debe de poner un aislante entre la plancha y la base de cristal.

La mejor solución para nosotros que estamos empezando sería la compra de un calentador de tubo de vidrio con termostato incorporado. Si tenemos en mente el mantener una buena colonia de plantas también resulta acertado la colocación de un calentador de fondo interior.

El control de la temperatura en el acuario se complementa con la instalación de un termómetro. Debemos descartar los termómetros de mercurio puesto que una ruptura del mismo dentro del tanque provocaría la muerte de los animales. En las tiendas especializadas existen distintos modelos más adecuados, incluyendo el que se presenta en tiras adhesivas y que muestra la temperatura con variaciones de color. Controlar a diario el termómetro es una actividad a la que debemos acostumbrarnos.

Otro de los aparatos fundamentales en acuariofilia es el equipo de filtración. Este equipo nos va a permitir controlar los desechos y compuestos nitrogenados vistos en el capitulo anterior, además de renovar el oxígeno y crear cierto grado de corriente y movimiento en la superficie del agua. Dentro de los procesos de filtrado podemos distinguir dos principales y uno secundario. Los principales serían la filtración mecánica y biológica y el secundario la química. Podéis obtener todos los datos precisos sobre sus diferencias así como las cargas utilizadas en cada una de ellas en el siguiente artículo publicado en la sección de equipamiento de Aquanovel o directamente pinchando aquí. (utiliza el botón de volver atras de tu navegador para regresar al curso).

Entre los filtros podemos distinguir dos tipos; los interiores y los exteriores. Dentro de los internos podemos enumerar los filtros de esponja (que solo tienen este elemento como carga filtrante) y los de caja. Estos sistemas son indicados exclusivamente para acuarios de pequeñas dimensiones o acuarios de cría, debido a que sólo aportan oxígeno.

Otro filtro interno sería el filtro biológico. Este tipo de filtro se coloca debajo del sustrato. Basa su actividad en suministrar a las bacterias que colonizan el sustrato circulación de agua y oxigeno. Estas bacterias son las que descomponen los compuestos nitrogenados. Este tipo de filtro sólo ha de considerarse como filtro auxiliar o complementario y se descartará en aquellos tanques donde introduzcamos especies cavadoras.

Dentro de los filtros internos cabe mencionar por último los filtros internos motorizados, que presentan una bomba y un cuerpo de plástico donde se colocan las distintas cargas. Estos filtros son indicados para acuarios de relativo tamaño y presentan la incomodidad, a la hora de mantenerlo, de alterar la tranquilidad de la vida de los animales. Los filtros integrados en la estructura del acuario en armazones de plástico que presentan tres compartimentos, calentador, cargas y bomba, son prácticos pero presentan el problema de devolver al acuario parte de las sustancias retenidas al manipular las cargas.

Entre los filtros exteriores podemos encontrar los más modestos que serían los filtros eléctricos de mochila o caja externa, dotados de compartimentos para la colocación de las materias filtrantes y la bomba. Presentan el beneficio de no alterar la vida interior del tanque en el manipulado. Algunos de estos equipos presentan la posibilidad de acoplar una piedra difusora, lo que resulta muy beneficioso.

Por último, encontramos a los filtros externos de cuerpo presurizado con bombas a motor. Sin duda son los filtros que presentan mayores prestaciones y mayor nivel de comodidad. Son equipos con un gran volumen de circulación de agua y diversas cestas o ubicaciones para las cargas. Lógicamente se deberá de revisar convenientemente, para evitar cualquier tipo de accidente, los tubos de entrada y salida de agua que correrán por fuera del tanque. Presentan la ventaja añadida de ser muy silenciosos y fáciles de manipular, permitiendo una total separación de cargas, facilitando por tanto la manipulación de las mismas.

Existen otros tipos de sistemas de filtrado a parte de los comentados, filtro por rebosamiento, desnitrificadores, lecho fluido, filtros seco-húmedos. Todos ellos sistemas diferentes y algo particulares que a nosotros en un primer momento como aficionados noveles no nos son tan interesantes. De todas formas si queréis conocer su funcionamiento Aquanovel irá publicando periodicamente artículos relacionados con todos ellos. Por el momento podéis consultar los principios básicos de funcionamiento de un filtro seco-húmedo en la sección equipamiento.

Vamos a finalizar este tercer capítulo hablando de la iluminación del acuario. Ésta juega un papel importante dentro de la vida de todos los seres vivos, especialmente de las plantas que la utilizan en sus procesos de fotosíntesis. Gracias a ella intercambian gases absorbiendo dióxido de carbono y produciendo oxígeno durante el día e invirtiendo el proceso durante la noche. Mantener un periodo estable de iluminación asegura un equilibrio en el proceso. A esto periodo de funcionamiento de la iluminación se le denomina «fotoperiodo». El espectro de luz producido juega también un papel importante en la coloración de los peces. No olvidemos que los colores se muestran por el reflejo de la luz.

Aunque existen diferentes tipos de luminarias en el mercado (Lámparas de mercurio, incandescentes, focos reflectores) nosotros nos vamos a decidir por el mantenimiento de tubos fluorescentes. Sin duda representan el modelo más económico y sus resultados son realmente satisfactorios. Dichos tubos se presentan en el acuario cubiertos por la tapa del mismo. Dicha tapa ha de ser de color blanco, por su cara interna, al menos a fin de que refleje la luz superior de los fluorescentes. Si fuera de un color oscuro que no reflejara la luz es aconsejable forrarlo por ejemplo con papel de aluminio.

Descartaremos desde un primer momento los tubos de luz fría que podemos adquirir en ferreterías y nos decidiremos por tubos disponibles en los comercios especializados. En la elección de los tubos se debe compaginar los tubos fluorescentes que simulan la luz del día con los tubos especiales que fomentan el crecimiento de las plantas y los invertebrados.

Como todas las cosas los tubos sufren un desgaste con su uso. En su caso particular la intensidad va decayendo paulatinamente sin que sea detectable a simple vista. Es común que entre los 6 y 9 meses de uso en fotoperiodos de 10 a 12 horas diarias la intensidad decaiga hasta un 50%. Lógicamente nos encontraremos con que las plantas frenan su crecimiento y se marchitan. Por mucho que busquemos la causa del problema no lo vamos a encontrar a menos que sustituyamos los tubos. Por ello es conveniente cambiarlos tras 9 meses de uso. Recomiendo los cambios parciales, es decir; unos a los seis meses y el resto a los 9. Así logramos mantener una intensidad más estable. Resulta imprescindible tomar nota de la fecha de cambio.

La cantidad de luz se mide en Lux que es la cantidad de iluminación que emite una fuente de luz de 1 W a 1 metro de distancia sobre 1 metro cuadrado de superficie de color blanco. Para realizar la medición de la intensidad lumínica podemos utilizar tres métodos. Utilizar los medidores existentes en los comercios, utilizar si contamos con ello el medidor de luz de una cámara fotográfica obteniendo la luz del reflejo en un espejo ubicado en el fondo del tanque. O utilizando el medidor directamente de forma oblicua desde la pared frontal a los fluorescentes. Este último método sin duda es el más inexacto pero es útil si lo que perseguimos en tener una idea aproximada.

Los tubos fluorescentes más utilizados son los llamados Grolux, empleados tanto para iluminación de acuarios de agua dulce y marina como para terrarios. Los tubos fluorescentes presentan la ventaja de bajo consumo, producen poco calor y distribuyen de forma equilibrada la luz.

Relación potencia (W), longitud de fluorescente (cm) y diámetro (mm) 
Potencia
Longitud
Diámetro
14
38
25
15
45
25
20
60
25
30
90
38
40
120
38

 

Relación volumen del acuario (litros), número de tubos y Vatios necesarios (W)
Volumen
Nº tubos
Vatios
65
2
15
100
2
30
180
2
30
200
2
30
300
4
40

A la instalación del sistema de iluminación conviene que realicemos una fase de observación. Puesto que es muy corriente que los cálculos teóricos no coincidan con nuestra instalación. Por ello debemos tomar las tablas anteriores como mero indicativo. Las poblaciones de algas pueden ser en este caso nuestras principales aliadas. Cuando las algas sean de color azulado o negruzco podemos determinar que existe un exceso de iluminación. Cuando por el contrario las algas adquieran una tonalidad amarillenta o parda será indicativo que nuestra iluminación es precaria. El tener unas algas de color verde brillante garantiza que el fotoperiodo y la intensidad elegidos son los correctos. 

Equipos y elementos del acuario

En cuanto al tiempo diario de encendido se ha de decir que debemos mantenerlo lo más estable posible. Un fotoperiodo de 12 horas puede ser el indicado dependiendo de las plantas que mantengamos. Más tiempo no es excesivamente perjudicial, salvo por el riesgo a mantener colonias de algas negras. Por el contrario periodos menores suponen mayor riesgo de entorpecer el crecimiento de las plantas.

Los peces en cambio no dependen tan directamente de la iluminación y es suficiente periodos inferiores de 8 a 10 horas. Un aumento del fotoperiodo no subsana las deficiencias de intensidad.

Para lograr mantener un fotoperiodo homogéneo podemos recurrir a la instalación de un programador (interruptor horario). Este nos va a permitir que las luces se enciendan y se apaguen a una hora determinada asegurando el proceso. Si podemos invertir un poco más conviene decidirse por los modelos que permiten un encendido paulatino (Reóstato). Así reproducimos el amanecer y el anochecer y causamos menos estrés a los animales.

Terminare diciendo que en verano el mantenimiento del fotoperiodo puede causarnos algún problema. Las luminarias como es lógico producen calor y en esta época aunque los calentadores estén apagados contribuyen a elevar la temperatura. Podemos decidirnos entre mantenerlos apagados o disminuir el nivel del agua con lo que al abrir la tapa logramos que circule el aire y no se caliente tanto la superficie.